España jugó a un nivel que hacía tiempo no se le veía. Combinó un viejo valor, el toque maravilloso de Silva, Iniesta y Fàbregas, con un fantástico punto de velocidad que añadieron Pedro (impresionante), Jordi Alba y Juanfran.

 La fórmula fue perfecta de principio a fin, dando el salto cualitativo del tiqui-taca a algo más moderno, más imprevisto y atractivo para el espectador. Silva lo bordó, fue el personaje del partido, pero también Iniesta arrancó el aplauso de la grada, mientras que puso mucho empeño Fàbregas en encontrar a Costa, sin mucho éxito. Fue acaso el único punto oscuro de La Roja ayer.

A esta dinámica fabulosa de balón, con movimiento rápido, acciones veloces por la banda (golazo de Jordi Alba) se le suma una presión muy acertada sobre la salida de balón del rival. Ahí hubo trabajo colectivo, impulsado por Busquets, con 44 recuperaciones y diez intercepciones. Un partido redondo de España.