Rally de A Coruña: una tragedia que se pudo evitar

No ha tenido para mí demasiado interés el GP de Italia de Fórmula 1. Y no lo digo porque la carrera haya sido más de lo mismo (abrumador dominio de Hamlton con Alonso hundido en la miseria por la carencias del McLaren) sino porque no podía apartar de mi cabeza la tragedia del Rally de A Coruña, a las familias de esas víctimas inocentes para las que la vida ya nunca volverá a ser lo mismo. Y me imaginaba que este domingo terrible podría haber sido para todos ellos igual que cualquier otro, porque lo ocurrido en ese accidente se podía haber evitado apelando simplemente al sentido común, tan a menudo el menos común de los sentidos. Es evidente que en ese tramo de la competición había un exceso de espectadores y muchos de ellos mal situados, con lo que la solución era tan fácil como efectiva: debía haberse suspendido.

La seguridad debe ser la prioridad inapelable en este tipo de pruebas y así es como se actúa en las competiciones de primer nivel, incluyendo las mundialistas. Si existe la más mínima duda al respecto, directamente se ataja evitando que un coche fuera de control pueda provocar un accidente tan tremendo como el que ahora debemos lamentar. Me horroriza que todavía haya quien defienda que el lugar del accidente era seguro, que en ese punto no era peligroso, cuando media docena de personas han muerto y se avala con la crudeza del dolor incontenible que no era así. Y por desgracia, situaciones como ésta no son aisladas, se repiten con frecuencia en rallys en los que no se respetan unas normas básicas de seguridad con el peregrino argumento de que no debería pasar nada… No encontraremos consuelo para tanto dolor, nada servirá para recuperar esas vidas, pero ojalá al menos esto agite conciencias y anime a una reflexión que ayude a que algo así pueda repetirse.