Mateu Lahoz, en medio de la polémica

Empezamos pronto con no ver con buenos ojos la designación del valenciano Mateu Lahoz. Sobre todo por parte de algunos medios de Barcelona, que estos días han recordado jugadas que, igual, una pudo perjudicar al equipo catalán, pero luego también de amonestaciones y del trato recibido en la señalización de las faltas que sólo se dicen cuando interesa y no se ve la trayectoria en general de este colegiado con el Barcelona, que yo no quiero entrar a analizar para no crear más polémica.

Mateu Lahoz tiene un estilo muy particular de interpretar el reglamento, siempre sin salirse de éste. Es más permisible al contacto y agiliza más el juego que otros colegiados de La Liga. Y, sobre todo, en los últimos tiempos ha cambiado su sistema disciplinario: ahora es mucho más rígido que hace tres temporadas. Es un árbitro dialogante, igual en exceso en algunas fases de los partidos, y eso lo aprovechan algunos jugadores que, en ocasiones, al finalizar el encuentro, pasan a decir cosas que, a mi parecer, no son ciertas.

Buena decisión. Los jugadores siempre suelen decir que lo que pasa en el campo se queda en el campo, pero es llamativo que, con el tema de los árbitros, eso no se quede ahí. Yo, particularmente, creo que la de su designación es una muy buena decisión del Comité Técnico de Árbitros y Mateu no debe hacer caso de opiniones partidistas. Además, está curtido en mil batallas y en esta clase de partidos. Es, de hecho, en la actualidad, uno de los cuatro árbitros top que tiene España.

También es verdad que la compenetración del colegiado valenciano con sus asistentes, que están con él desde hace tiempo, es muy correcta y, por eso, éste tiene muy pocas equivocaciones en los partidos trascendentales que ha arbitrado. Yo estoy seguro que Mateu dejará jugar lo más posible, que cortará todas las acciones que sean intencionadas y no le temblará la mano, ya sea el Barça, el Atleti o el Madrid, (si fuera el caso), el equipo que estuviera sobre el campo. Él aplica el reglamento a rajatabla. Una cosa es comentar fallos y otra echar leña para intentar sacar un beneficio de tal situación.