¿Por qué ante el Barça sólo hubo fe diez minutos?

Puede jugar replegado o presionar en campo contrario, pero debe hacer lo que haga sin dudas. Es extraño que la palabra descoordinación aparezca en un artículo rojiblanco. A este Atlético de Madrid, que demostró en el Pizjuán que cambia el paso cuando le interesa, le faltó convicción a la hora de presionar al Barça. Los presagios eran buenos. Los blaugrana llegaban con jet lag, con Busquets y su paliza en los dos encuentros de la Selección y sin Piqué, sancionado. También las pretemporadas fueron desiguales: los de Luis Enrique, de gira; los de Simeone, preparándose en Los Ángeles de San Rafael dos semanas a pura tralla, trabajo encaminado a un primer tercio de la Liga duro. Con todos estos ingredientes en la batidora se podía intuir que el resultado final podría ser un zumo rojiblanco. Pero rápidamente nos dimos cuenta de que este Barça no era el de los tres partidos ante el Athletic de Bilbao, un equipo ramplón, espeso y con falta de chispa. Los de Luis Enrique salieron a presionar a un ritmo alto, robando en campo contrario y domando a un Atlético que se vio sorprendido por la tensión culé. El Cholo tocó otra tecla, cambiando el dibujo al 4-5-1, con Griezmann en la derecha y Óliver en la izquierda, intentado cortar la comodidad de Busquets, metiendo a Koke más por dentro.

Sólo en los diez primeros minutos del segundo tiempo apareció esa fe a la hora de ir todos a una. Pareció que con el gol de Fernando Torres la tecla era la buena. Fueron los minutos de más igualdad hasta que apareció el dueño del piano, Messi, que en un ejercicio perfecto de solista tocó una sinfonía que hizo bailar a todo el que se encontraba a su alrededor. Una victoria justa que habrá hecho al Cholo buscar por qué transmitieron fe y convicción durante sólo 10 minutos. Dio la impresión de que ante el Barcelona el Atlético se quedó a medio camino en todo. Se pueden hacer las cosas en repliegue o presionando en campo contrario, pero lo que se haga hay que hacerlo sin dudas. Mañana juegan un partido trampa en Estambul ante el Galatasaray, un equipo que parece la escala antes de viajar a Estados Unidos o Dubai, gente con buen pie, pero que te hacen correr el riesgo de contagiarte con su fútbol a veces anárquico.