Que conste que Francia no era imbatible. Ni mucho menos la fiera corrupia que nos parecía. Nos ganó en el Eurobasket hace dos años, pero con prórroga, y nosotros sin Pau Gasol. El año pasado nos apeó del Mundobasket, porque nos salió un partido espantoso. La prueba es que después perdió con Serbia. Por eso teníamos ganas a Francia. Gasol especialmente. No porque tenga nada contra los franceses, sino porque es el líder natural de esta generación, y asumió la responsabilidad de llevar al triunfo a sus compañeros ante un rival al que no se sienten inferiores. Scariolo se lo puso fácil. Le sacó a los cuatro jugadores madridistas que este año lo han ganado todo, y en diez minutos, incluida la prórroga, hicieron un parcial de 26-14.

Sergio Rodríguez, Llull, Rudy, Reyes y Gasol fundieron a Francia. Pero sobre todo Gasol. A Gasol sólo le podían parar con faltas, y al final encontraba pasillos por donde machacar el aro; de lo contrario los franceses podrían acabar con cuatro jugadores. La figura de Gasol se fue agigantando según avanzaba el partido, y acabó poseído de una fuerza y de una rabia descomunales. ¿El mejor partido de su vida? Habría que decir que sí. Resulta difícil imaginar hacerlo mejor. La actuación de Gasol entrará en la historia, porque quedará presente en la memoria de por vida. Con el paso del tiempo incluso se exagerará, pero nunca lo suficiente como para quedar alejada de la realidad. Fue, la verdad, de las mejores cosas que se han visto en el deporte.