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Cuando se desprecia a Teodosic...

Cuando se desprecia a Teodosic...

El balón caliente, en mano caliente. Después del fallo en el tiro libre de Seibutis, estando Serbia dos puntos por debajo y con doce segundos por jugar, el balón abre los ojos y busca al 4, a Teodosic. Porque además, tres segundos antes Teodosic había enchufado un triple frontal de los suyos, en escorzo. Pero Bogdanovic cogió el rebote defensivo, y mientras Djordjevic extendía el brazo en señal de tiempo muerto a sus jugadores, Bogdanovic se obcecó. No miró a nadie, no vio nada. Despreció la magia de Teodosic. Prefirió el barranquismo contra Seibutis.­

Ajedrez con enroque. Serbia y Lituania plantearon la semifinal como un rombo. Cada equipo cimentado sobre el vértice generador de su pívot. Comenzó dominando Valanciunas, más rápido, más automático y mecanizado. Incluso le puso dos tapones seguidos a Raduljica y movió el índice estirado hacia los lados a lo Mutombo. Djordjevic­ mantuvo el pulso pese a caer en ese primer asalto. Sentó Lituania a Valanciunas después de sumar 8 puntos en poco tiempo y sentó Serbia a Raduljica, que había fallado sus tres primeros lanzamientos. Quería alimentar el duelo. En el segundo cuarto, Serbia mejoró los ángulos de pase y conexión con Raduljica, y éste empezó a producir. La partida de ajedrez estaba servida y los dos reyes, enrocados.

Con Raduljica y sin él. Djordjevic no sacó de inicio en el tercer cuarto a su center, que tenía tres faltas. No mejoró el partido con la apuesta Bjelica&Erceg, atenuado por Simonovic. Era una fórmula light. Volvió enseguida Raduljica y mejoró la defensa serbia a la vez que Kalnietis se alborotaba en un delirio de balones perdidos. En el último cuarto, un arañazo de Kuzminskas que abrió brecha en el hombro de Raduljica cambió el partido. Estaba nueve puntos arriba Lituania y Serbia volvió, por mor de la hemorragia, a jugar con los dos pívots abiertos. Y volvió al partido. Ni siquiera la cuarta falta personal de Bjelica le puso la alfombra de regreso a Raduljica. Entró Kalinic­. Era un diseño planificado, una vuelta de tuerca táctica. Tenían el partido pero la tentación de la barba pudo a Djordjevic. Raduljica volvió en los dos minutos finales y cometió el segundo error más grave del partido, con una falta absurda a Seibutis a 23 segundos del final.

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