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Indigno de nuestra ‘grandeur’

Indigno de nuestra ‘grandeur’

Como presumo de hablar y escribir bien el castellano no me voy a cortar y voy a usar la expresión más adecuada. Pues sí, queridos lectores, mis compatriotas me han dejado ‘con el culo al aire’. Hace unos días, como buen francés, presumía del respeto absoluto que había tenido el público de Lille, la ciudad dónde estudié y empecé esta bonita profesión de periodista, con el himno español. Y me enfadaba con Sergio Ramos por la foto que había subido a las redes sociales acordándose del derrotado, en este caso mi país.

Pero resulta ahora que el speaker del estadio Pierre-Mauroy se ha pasado no tres, sino cinco pueblos. ¿Cómo contestar a eso? Imposible. ¿Explicarlo? Voy a intentarlo. Los más eruditos verán ahí el recuerdo a la ocupación española de Flandes pero creo que es más sencillo. La España de Pau Gasol destrozó un sueño deportivo en una tierra, el norte de Francia, castigada por el paro y que durante unos días olvidó sus problemas. Y el despertar fue terrible. Así que atacaron al culpable de esa ‘desgracia’. Algo realmente injustificable, indigno de la grandeur de la cual siempre ­presumimos.

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