La verdad es que Mateu no influyó en el resultado del partido, aunque empezó perdonando en los minutos 2 y 3 la tarjeta a Pepe (por entrar con el codo a Raúl García) y Aduriz (por agarrar por la cabeza a Keylor y derribarle). Se preocupó luego en implantar su estilo personal, que es verdad que agilizó el juego. Se dejó engañar poco y sus pequeños errores de apreciación los repartió por igual. En la primera mitad no hubo jugadas conflictivas en las áreas.

En el minuto 51 Cristiano vio amarilla por protestar una decisión suya, una falta que había pitado a Modric por plantillazo a De Marcos cuando estaba chutando. El portugués acabó riéndose delante de la cara de Mateu, y lo pagó. Para mí, Mateu estuvo acertado con la amarilla al crack, que le pudo costar la roja porque no paró de sonreír después de ser amonestado. Después, en el 56’, no vio un fuerte pisotón de Raúl García a Cristiano. Pudo ser amarilla.

En el minuto 62 chutó Aduriz y el balón dio en el brazo a Pepe cuando éste estaba girándose. La extremidad estaba, además, pegada al cuerpo. No existió penalti, como tampoco lo hubo en el 65’. Carvajal tocó el balón antes de tropezar con Aduriz. En el 70’, en el gol de Benzema, no había fuera de juego del francés cuando Isco le pasó el balón. El gol fue legal. Y por último, en el 86’, se pidió mano de Varane en el área. Pero la verdad es que tenía que haber pitado falta de Aduriz, que cargó al francés por la espalda. La mano de Varane fue involuntaria y no fue penalti. Lo más importante fue que Mateu sacó el partido adelante, que perdonó algunos recados de ciertos jugadores, pero que acertó en lo sustancial. Y eso fue lo mejor de su arbitraje. Aplicó bien la ventaja, controló la dirección del juego y tuvo una buena labor de equipo. Sólo un defecto: a veces estuvo algo alejado de la jugada.