En el plan de revisión de contratos del ayuntamiento de Madrid ha aparecido el del torneo de tenis que cada año reúne a las mejores raquetas. El organizar este torneo fue idea de Ignacio del Río, concejal de Urbanismo y después también consejero-delegado de la candidatura olímpica de Madrid 2012. Madrid necesitaba competiciones internacionales para promocionarse y Del Río contactó con Tiriac, propietario del torneo de Stuttgart, para traérselo a la capital. En el contrato, el ayuntamiento tenía que pagarle tres millones cada año en concepto de canon; además, todos los ingresos serían para él, a cambio de asumir los gastos. Con el tiempo exigió aún más: o Madrid organizaba también un torneo femenino o se llevaba el Masters a otra ciudad.

Gallardón, entonces alcalde, construyó una instalación acorde con las exigencias de Tiriac. De ahí salió la Caja Mágica, que aprovechó para convertirla en infausta joya de las instalaciones olímpicas. El nuevo equipo municipal se ha encontrado con un contrato leonino, y con esa instalación de 300 millones que nadie quiere. No hay más que ver el informe que realizó la Federación Internacional de Balonmano a raíz del Mundial de 2013: mal comunicada, sin señalización, zona insegura, distancias enormes, instalación muy fría, asientos con mala visibilidad, etc. En el plan de ordenamiento que realiza la alcaldesa comienza a contemplarse la suspensión del torneo. Al menos en las condiciones actuales. Y sobre la Caja Mágica, a ver quién la mantiene.