Pasear por las calles de Malmoe y ver a varios tipos luciendo con entusiasmo sus camisetas y bufandas del Madrid es un motivo de orgullo. Los suecos son vikingos por genética y por sentimiento. No debe sorprender esa pasión por todo lo blanco. El Madrid es universal desde los gloriosos tiempos de Don Santiago Bernabéu y la semilla expansiva sigue dejando sus frutos por los cinco continentes. No olviden ustedes que el Madrid es todavía el vigente Campeón del Mundo de Clubes gracias, sobre todo, a las exhibiciones de Sergio Ramos en el campeonato celebrado hace diez meses en Marruecos.

Ayer mismo vimos cómo el equipo de baloncesto reverdecía en un rincón de Brasil los laureles de la Edad de Oro protagonizada por Pedro Ferrándiz. Campeones del Mundo (fuera del ámbito NBA), con cuatro españoles (Reyes, Chacho, Llull y Rudy) que pueden presumir del Sextete al incluir el Eurobasket recientemente conquistado en Francia. Se nota que el baloncesto se autogestiona y no hay intromisiones de la planta noble del Bernabéu. El fútbol debe tomar nota. Con humildad, como la que tiene el vestuario comandado por Laso, el equipo de Benítez puede y debe recuperar el trono. El mundo sigue siendo madridista...