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El equipo de cristal y la suerte

El equipo de cristal y la suerte

El Barça está signado este año por la mala suerte; es un equipo de cristal; durante demasiado tiempo este equipo que marcó la estética del fútbol contemporáneo ha desafiado la ley de la gravedad. Ese desafío le ha costado caro en los despachos, y esa carestía se ha mostrado, como en un espejo oscuro, en el campo de juego, donde ahora Luis Enrique se las ve negras para buscar sustitutos en un banquillo adelgazado. En ese panorama entró la lesión de Messi, como una metáfora del desamparo. Y anoche se lesionó Iniesta; como si la mala suerte hiciera un envite final, para que los que ven en el Barça el enemigo a batir, la ausencia del albaceteño, que es Messi con seudónimo, hizo sufrir los peores presagios.

De pronto, un futbolista que lleva el milagro en su porvenir y en su presente, Sergi Roberto, acabó con los pies cruzados del Bayer y le abrió al Barça la vena abierta de la esperanza de ganar. Luis Suárez recuperó el aliento y prosiguió el milagro, este candelabro encendido que recuperó al equipo que se quedó sin los reflejos en el espejo en el que ya no están (provisionalmente) ni Messi ni su seudónimo. ¿Que si se echó en falta al argentino? Pues claro: es un hueco tan grande que su ausencia fue anoche la expresión de la impotencia de un equipo que se duele de su ausencia como si al Prado le quitan a Velázquez.

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