Descalabro del Madrid en Málaga

La derrota del Madrid en la semifinal de la Supercopa era posible, pero no previsible. Menos aún, en los términos que se produjo. El de ayer no fue el Madrid triunfal, campeón, el de los récords. Tampoco, el equipo veloz, entusiasta, ambicioso y anotador. Fue, simplemente, un equipo más. El Unicaja tuvo mucha culpa de ello. De cuanto careció el Madrid, le sobró al Unicaja. Sobre todo, ganas de ganar. Su entusiasmo le condujo al acierto, que acabó machacando al Madrid. Más tiros de dos transformados, muchísimos más de tres, más rebotes, más asistencias, menos pérdidas... La diferencia final de 15 puntos, que incluso llegó a ser mayor, reflejó la diferencia entre ambos equipos. ¿Diferencia puntual? Quizá no tanto.

Al Madrid le está costando mucho últimamente ganar al Unicaja. También le está costando al Barcelona. No hay más que recordar los últimos playoff. Precisamente porque el Unicaja se crece ante los grandes, el Madrid tenía que haberse tomado más en serio el partido. No es que lo tirase, pero dio muchas ventajas. Por ejemplo, que Doncic y Hernangómez jugasen juntos, que Thompkins persistiera en los errores, que Nocioni mostrara su baja forma... Laso pareció tomarse el encuentro como un amistoso de preparación. La Supercopa, efectivamente, lo permite. Pero cuando se está hablando de un Madrid de récords, no está bien dar una imagen tan distinta a la que se espera. Y menos aún, sufrir un descalabro.