Renacimiento en Nervión

Pues sí, el Sevilla recuperó el alma. En una situación límite, y con las apuestas, los lesionados y la atmósfera en su contra, escarbó en sus orígenes y resucitó el orgullo que le ha hecho grande. Así, a lomos del Sánchez Pizjuán, que esta vez sí se reconoció en su equipo, bravo como le pedía y dispuesto a dejarse la piel, el Sevilla tumbó al campeón de todo y hoy mira el panorama de otro color. Ganar al Barça permite pasar del negro a rosa. Volver a empezar, recuperar las huellas del espíritu de superación.

El triunfo tiene mucho de reivindicación para Emery, que ganó al Barça por primera vez en 21 partidos y, brillante en la pizarra, hizo caer a Luis Enrique en el engaño del intercambio de golpes. Después de explorar las debilidades del rival en la primera parte, explotó en la segunda con Gameiro desatado, Krohn-Delhi clarividente e Iborra, poco utilizado a principio de curso, otra vez devastador en la llegada. Luego sufrió por el exceso de vista de Gil Manzano y se agarró a Sergio Rico, que esta vez sí pareció un portero de entidad y se dio un empujón de autoestima. Su grito desatado cuando terminó el partido, la comunión en el centro del campo, la conclusión de Emery al final (“somos un equipo”) y las fotos del grupo del vestuario permiten vislumbrar un nuevo tiempo. Por enésima vez, nace un nuevo Sevilla.