Joaquín, Rubén y la solidaridad

Joaquín encara, desborda y la toca hacia la red. Castro, que piensa que la pelota va a entrar sí o sí, la deja pasar bajo sus piernas. Pero el balón da en el palo y eso obliga al Betis a seguir remando. La jugada, bautizada como un Piqué por la similitud con lo que le había pasado en Nervión al azulgrana, quedará como una anécdota. Dentro de días si no horas sólo se acordarán de ella los pejigueras... y, quizá, aquellos capaces de ver en estos asuntos de barra de bar la esencia de lo que viene ocurriendo.

Y sí: aunque vestida de ingenuidad, la decisión de Rubén fue también un minúsculo pero ejemplar resumen del Betis de Mel, que ganó en Vallecas por primera vez en este siglo. Hacía años que los verdiblancos no mostraban tanta solidaridad como para que hasta su depredador más voraz (119 goles béticos) quiera compartir el botín con cualquiera al que pueda llamar compañero. Antes de ese gesto con Joaquín y de hacer el 0-2, el canario había regalado a Westermann el 0-1. Un gol, es verdad, que el central alemán merecía. A esta hora los telediarios hablarán de su arranque de Beckenbauer, mientras el Betis inicia el parón liguero con algo mucho más importante: que aquí, por encima de goleadores, artistas o espontáneos, hay sobre todo un buen equipo.