Champions con sabor a injusticia

Fue un día de fiesta en el Cerro del Espino, en Majadahonda y alrededores. El Atleti debutaba en Champions. Fiesta por esas chicas, que jugaban donde siempre habían soñado, donde lo hacen las mejores del mundo y también de manera mucho más mediática los hombres. La Champions, nada más y nada menos. El mejor torneo de clubes del mundo. Pero el fútbol no fue justo. Nunca lo suele ser. No les temblaron las piernas a las colchoneras desde que pisaron el césped. Sólo se dedicaron a hacer lo que saben. Con fe. Tocaron, driblaron, desbordaron, dominaron. El Atleti fue superior durante los 90 minutos. Sin discusión. Tocó y tocó sin cesar, lo intentó por una banda y por otra, con galones de un equipo veterano de Europa cuando no lo es. El ataque rojiblanco dio síntomas de seguridad en cada acción, con una Amanda Sampedro perfecta y una Sonia Bermúdez exultante. La madrileña dio lecciones de fútbol cada vez que tuvo el balón. Fue como la estrella más brillante del cielo. Lo hizo todo bien. Todo. Nagore también estuvo muy participativa en el ataque y Silvia Meseguer demostró su poderío en la medular. Son de esas jugadoras que dan seguridad cada vez que tienen la pelota.

Seguramente en sus vidas sean igual. Gente firme, entera. Priscila, que salió de refresco, fue un torbellino y volvió locas a las centrales rivales. Pero no hubo manera. Faltó el gol. El maldito balón no quiso entrar. Por qué. Será la mala suerte del principiante, el castigo del destino que se reflejó en dos contras en las que llegaron los goles del Zorky. Las chicas pagaron la novatada, pero les queda la baza de Rusia. El Atleti fue mejor y debe demostrarlo a domicilio. El sueño sigue vivo. ¡A por ellas, chicas!