La lluvia de palos que le han caído tras el derbi, palos que se ha ganado a pulso, se están contrarrestando con declaraciones de profesionales que no son dudosos. Ninguno de los críticos de Benítez creo que piense que es mal entrenador, y me incluyo entre ellos. Pero si tiene un mal día, se dice. En el Calderón no estuvo acertado, como no lo estuvo Cristiano o Arbeloa. Puedes defender eso y suscribir hasta la última coma de lo que dijo ayer Mascherano. Benítez le hizo triunfar cuando estaba hundido, como hizo triunfar a Fernando Torres cuando muchos dudaban de su capacidad. Les honra a ambos jugadores que salgan en defensa de su ex entrenador. Si ellos y otros muchos dicen lo que dicen de Rafa es porque su trabajo le avala.

Pero el Real Madrid es distinto. Se ha notado desde el primer minuto en sus comparecencias ante la Prensa. Duda, dice sin decir, se muerde la lengua, muestra una sonrisa nerviosa, está pensando si lo que manifiesta va a ser el titular principal al día siguiente en las portadas. Y así es difícil vivir. Del mismo modo, manejar ese vestuario comporta una serie de riesgos que ya ha podido descubrir. Si te pasas en el halago, acabas siendo un blando. Si sacas el palo, te responden de inmediato. Complicado encontrar el equilibrio. Además, Benítez es consciente de que lo verdaderamente complicado está por llegar. No olvidemos que el equipo todavía no ha perdido un partido oficial bajo su mandato, aunque parezca lo contrario.