Neymar, Bravo y un equipo vulgar

Los resultados engañosos como este de anoche sólo se explican si uno ve los partidos. Pero también se explican si uno dice quiénes fueron los mejores. Y por parte del Barça los mejores fueron el goleador Neymar y el que impidió que el Barça fuera goleado, Claudio Bravo. El brasileño y el chileno se turnaron en el genio y en la suerte y salvaron a Luis Enrique de un mal trago. (Por cierto, en partidos así sobra que Neymar celebre bailando). El resto de la plantilla que salió al campo, excepto esos dos y la primera parte del nuevo artista de la compañía, Sergi Roberto, constituyó un equipo vulgar. Este desastre mental que mostró el encefalograma del Barça lo agravó Jémez con un planteamiento agresivo que puso en ridículo una y otra vez la desarbolada actuación de un medio campo en el que navegaron los vallecanos como si los otros estuvieran de excursión. En esas circunstancias sólo el genio y la suerte cambiaron el marcador tan a favor que da vergüenza ajena decir que hubo goleada. El Rayo estuvo a punto de empatar y superar al Barça al comienzo de la segunda parte, cuando se concentraron en el área azulgrana todos los defectos que el equipo respira desde que empezó a trabajar esta temporada. Esta siesta larga tiene ahora la excusa de las ausencias de Messi y de Iniesta. En esas figuras se reencarnaron Neymar y Sergi, y luego vino Bravo a apuntalar los desconchados. La victoria se alcanzó in extremis, aunque en el resultado parezca tan holgada como cuando el Barça jugaba bien.