¿Por qué nos gusta escuchar a Luis Suárez hablar de fútbol?

Algunas generaciones que siguen felizmente vivas nos llegó el fútbol por la radio. Y esa herencia es tan pegajosa como la curiosidad de los niños, que suele durar hasta el último suspiro. Ahora no voy a hacer una excursión por la nostalgia (aunque, ¿por qué no?, el fútbol es nostalgia, y si no que se lo pregunten a Relaño). Pero sí quiero explicar por qué, entendiendo como entiendo la enorme importancia de la narración por televisión, y admirando a los excelentes periodistas que hablan por la tele, sigo todos los partidos por la radio. Y, como me eduqué en la radio en la época de Vicente Marco y de Juan de Toro, sigo escuchando los partidos (esté dentro o fuera de España) según lo cuentan en Carrusel Deportivo.

Soy aficionado al fútbol desde que tenía diez años; en estos 57 años ha habido algunos ídolos radiofónicos y otros tantos ídolos futbolísticos. A mi generación le entró el fútbol escuchando nombres míticos, como los de Di Stéfano, Puskas, Gento, Kubala, Evaristo, Garay y Luis Suárez. Uno de los grandes disgustos de mi vida fue cuando el Barça­ vendió a Suárez al Inter de Milán, para enjugar no sé qué déficits. El corazón de los aficionados no conoce de economía, sino de sentimientos, de modo que aquel fue un desfalco a nuestro corazón. Entonces Italia quedaba muy lejos, no había tele y tampoco la radio se ocupaba de las andanzas de los futbolistas españoles (Suárez, Del Sol…) por esos mundos. Hasta que no vino a entrenar a la Selección española, y lo entrevisté con Gonzalo Suárez en la sede de la Federación, no volví a tener cerca a Luis Suárez. Lo que me sorprendió al verlo, tan elegante con su traje azul, tan lejos de aquella casaca azulgrana que había en mis cromos, lo que me sorprendió de él fue cómo había conservado el acento gallego.

Y con ese acento gallego ha vuelto desde hace un año al escenario futbolístico de nuestras vidas, la radio. Lo escucho ahora con la misma religiosidad con que lo escuchaba jugar. En el campo era, por lo que recuerdo, elegante y exacto, como Iniesta o como Messi, o como lo fue Johann Cruyff.

Ante el micrófono es mucho más desparramado. Aquí, en la radio, tiene el desparpajo de los veteranos, que tienen la lengua suelta y dicen lo que les dicta el sentido común, o el desgarro, y no están tan pendientes de lo políticamente correcto.

Suárez nos hizo del fútbol, jugando, y ahora contando cómo otros juegan nos reafirma en esta patria jugosa y tan excitante de los partidos escuchados por la radio mientras los retransmite la tele. Ya digo que no es desconsideración de la tele: es que cuando habla un catedrático como este mi generación no tiene más remedio que sentir (¿por qué no?) nostalgia de aquel fútbol que hablaban Miguel Ángel Valdivieso, Matías Prats, Félix Pons… o Luis Suárez.