Hacerlo bien otra vez más

El Sevilla triunfó en Manchester. A los que se quedaron con el resultado, no les cabrá ninguna otra lección, pero incluso los jugadores celestes admitieron en privado que el equipo de Unai Emery les había dado una pequeña lección. Como el City tiene pegada, el partido acabó como acabó, con ese 2-1 injusto que se leerán en los libros de historia. Pero grabado está en la memoria de Pellegrini que los andaluces supieron jugar a su equipo porque entendieron los defectos de los ingleses (un centro del campo que casi nunca sustenta nada en partidos europeos, por ejemplo) y sus propias virtudes (atrevimiento, capacidad táctica, pase, ambición y Konoplyanka).

Fue un partidazo, vamos, que en cierto modo ganó el dinero: el gol se paga, y caro. Con un killer arriba, el Sevilla se hubiera llevado los tres puntos. Estamos acostumbrados a estas apariciones estelares de equipos españoles, pero eso no quita que haya que sacarse el sombrero cada vez que ocurre. No hay un proyecto más grande en el mundo del fútbol que el del City, y a pocos conjuntos se le admira más la manera como maximiza su potencial que al Sevilla. El resultado fue del City; el aplauso, del Sevilla. Falta una cosa: que la vuelta sea igual de competitiva. Para ganarse el respeto en la élite hay que hacerlo bien una vez y otra y otra. Y otra más.