Por un mejor baloncesto

El baloncesto europeo anda revolucionado. La FIBA quiere crear una estructura única para que este deporte crezca, y los clubes no están por la labor. Pero hay tantas cosas por mejorar, que algo hay que hacer. A nivel de selecciones y a nivel de clubes. No es lógico, por ejemplo, que las mejores selecciones sólo jueguen partidos oficiales fuera de su país, salvo que sea la anfitriona. Tampoco, que los mejores equipos tengan que disputar un mínimo de 27 partidos antes de llegar a la Final Four, cuando en Europa el baloncesto se concentra en una docena de países. Ni que jueguen la Euroliga los viernes, y menos de 48 horas después, sus ligas nacionales, a veces a más de 5.000 kilómetros de distancia. Y que en estas ligas no haya ascensos ni descensos.

También clama al cielo que en España, con dos equipos de baloncesto de la talla del Madrid y el Barcelona, sus partidos se vean menos que las motos, la Fórmula 1, la Vuelta, el Tour y los partidos de Nadal. Sucesos como estos provocan que el producto —el baloncesto, en este caso— se devalúe, con unos derechos por los que las cadenas televisivas no pujan. Aquí se llegó a dar el caso de que los encuentros europeos del Madrid no se televisaron por falta de ofertas, y nadie se rasgó las vestiduras. Por esta falta de interés, la Euroliga lleva años en crecimiento cero. No digamos ya la ACB, que presume de ser la mejor liga de Europa. Como este revoltijo impide que el baloncesto crezca, la FIBA pone encima de la mesa una propuesta. Los clubes deciden.