¡Viva la cantera!

Denominación de origen. Cuando Marcelo levantó el brazo pidiendo el cambio, un escalofrío recorrió la piel de los 80.000 madridistas que abarrotaban el Bernabéu. Parecía que se hundía un barco que ya de por sí iba a la deriva. El PSG era un ejército de gigantes musculados y sólo la divina fortuna mantenía la emoción de las gafas en el marcador (0-0). Benítez, criado en esta bendita casa, miró a su banquillo de entreguerras y llamó a filas al soldado Nacho. Con su barba de último superviviente saltó al campo con la convicción de un boina verde. Esta vez le tocaba ser el lateral izquierdo de guardia. Le da igual. Donde le pongan, saca de notable para arriba. Apenas llevaba dos minutos en el césped imperial del Bernabéu cuando porfió, con fe y casta, por un balón rebotado en Thiago Silva. Pocos hubieran ido a por esa pelota. Un canterano, sí. Además, fue tan listo que la pegó de primeras. Trapp, un alemán que luego se matriculó en varias acciones ante Isco, se quedó a medio camino. No se esperaba esa atrevida ocurrencia del chaval. La pelota voló hacia el segundo palo, pero no hizo falta que aparecieran Cristiano o Jesé para empujarla. La curva de la bola y la osadía de este licenciado de Valdebebas ayudaron a empujarla hacia dentro. Gol de vivo, de pillo. Gol de un canterano del Madrid. Gol que vale una clasificación para octavos a falta de dos jornadas. Un gol de oro puro...

Siempre positivo. Ya sé que el juego del equipo fue una calamidad en el primer tiempo, que el PSG dominó en esa fase con una autoridad asombrosa, que Kroos estaba perdido en la mediapunta, que el balón le quemaba a los blancos como si fuese una bola de fuego, que Keylor sufrió más sustos que en una fiesta de Halloween liderada por Piqué, que la madera de la portería del Madrid estaba bendecida por ese Dios al que reza el costarricense con unos resultados extraordinarios, que Cristiano sigue irreconocible al estar lejos de su zona de acción... Todo eso es tan verdad como afirmar que este Madrid ya está en octavos de final de la Champions y le han sobrado dos jornadas; que Keylor ha superado el récord histórico de imbatibilidad de un portero debutante en Champions, quitándoselo al rojiblanco Moyá; que se ha batido el récord de partidos invicto en la primera fase de la competición que ostentaba en 18 encuentros el Barça de Guardiola; que el parcial de esta temporada del acorazado de Benítez deja unos números increíble en los 14 partidos oficiales jugados (31 goles a favor y sólo 4 en contra...). Nada de lo que he dicho es mentira. Y esto es fútbol. Aquí sólo te recuerdan por las victorias. Disfrutemos del triunfo, señores. La cosecha llegará en la primavera...

Buen rollo. Esa energía positiva me la transmiten Omar de Albatera, El Oliva de Benalúa, Miguel Hernández y Francisco Gamana de Esplugas, Eduardo y su padre Cruz de Rincón de Soto, Puchus y Sito de Olaf El Vikingo, Alfredo, el pastelero y relojero de Los Barrios de Cádiz, Rafael de Campos (Mallorca), David de Arévalo, Juan Miguel de Arenas de San Pedro, y las peñas Forza Real de Perpignan (Francia), ARMA (Aficionados Real Madrid Alemania de Gäufelden), Santiago Bernabéu de Malagón, El Botijo de Ocaña, El Cid de Burgos, ‘Hala Madrid’ de Miranda de Ebro, Aranda de Duero, Casas Colgadas de Cuenca, Bus-Stop de Salamanca, Muchamiel (Alicante) y Carlos Rebulla, que nos dejó ayer para siempre con su Madrid regalándole su última victoria.