Europe 1, una radio francesa de viejo prestigio, reveló ayer lo que aseguró eran las grabaciones obtenidas de una conversación del pasado 6 de octubre entre Karim Benzema y Karim Zenati, el presunto extorsionista de Valbuena. Según la información, Benzema estaría al teléfono desde Clairefontaine, el mismísimo lugar de concentración de Francia. Si hay que dar crédito a la reproducción ofrecida por Europe 1, queda en muy mal lugar. Aparece como correo en la extorsión, y mucho más como elemento de presión al extorsionado que como disuasor del extorsionista.

Se esgrimen paliativos para la actitud de Benzema: los lazos del barrio, la amistad íntima entre Zenati (detenido desde el 5 de noviembre) y el menor de los hermanos, Gressy, la infancia difícil... Pero Benzema hace tiempo que salió de ese barrio, lleva seis años en Madrid, en el Real Madrid, vive en la zona más lujosa de la capital, está rodeado de todo lo que una vieja y gran institución europea (¿o es que ya no es eso?) puede darle. Visto así, tiene menos disculpa que se deje enredar en una cutre mafieta de barrio y se convierta en cómplice, aunque sea desinteresado, de una asquerosa extorsión.

Lo que Zenati le pide a Valbuena lo gana Benzema en el Madrid cada semana. El año tiene 52 semanas. Una buena idea hubiera sido darle los 150.000 euros por la grabación y decirle: “Es la última vez: cambia o te verás mal”. Y luego ir a Valbuena y decirle: “Destruye esto y en el futuro cuídate más cuando te despelotes”. Pero no hizo eso, entendió mal la amistad, se cruzó en una historia desastrosa que compromete su futuro y la imagen del Madrid. Benzema salió del barrio, pero el barrio no ha salido de él. Lo triste en su caso es que está malbaratando unas oportunidades que muy pocos tienen.