Djokovic gana 8-1, 18-4 y 124-79

La toalla nunca hay que tirarla, pero la superioridad de Djokovic sobre Nadal comienza a ser aplastante: 8-1 en los últimos nueve partidos, 18-4 en sets y 124-79 en juegos. Si se tiene en cuenta que la única victoria de Nadal en esta desgraciada racha fue en Roland Garros del año pasado y, por tanto, sumó tres sets a su favor, eso significa que en los otros siete partidos no fue capaz más que de ganarle un set a Djokovic. ¡Uff! Un set en siete partidos. ¡Es duro! Y en los 18 que perdió no le pudo provocar ni una muerte súbita, lo cual significa que Djokovic cuando se enfrenta a Nadal lo hace sin confiarse. Va a machacarle si piedad. Nos queda al menos el consuelo de que si así lo hace es porque le considera como un rival temible.

Hubo un tiempo, entre los veranos de 2008 y 2009, que fue al revés. Nadal le tuvo comida la moral a Djokovic con un parcial de 8-1 en partidos ganados y perdidos. No con la superioridad que muestra ahora el serbio, pero sí con la contundencia necesaria como para pensar que la posición de Djokovic en el tercer puesto del ranking no resultaba inquietante. Nadal, por fin, estrenaba número uno por delante de Federer, y nada hacía presagiar que Djokovic, sólo un año más joven, acabara teniendo por delante un futuro mucho más esplendoroso. Ahora hay que rendirse ante la evidencia. A Djokovic se le ve en plenitud, y Nadal deja la impresión de haber ofrecido ya su mejor versión. Así llevamos un año. Y casi dos.