Un Sevilla sin ángel

La mayor diferencia. Ese 1-0, 0-1 en este caso, que casi nunca se le resistía al cada vez más añorado Carlos Bacca. Por ejemplo, en este mismo escenario el año pasado. Gameiro le pone de casi todo: a Konoplyanka un balón para fusilar a cuatro metros de Sommer. Le sobró un control, medio segundo, al ucraniano. Tiene el francés un desmarque precioso. Pero, además de más precisión en el remate, a Kevin le falta ese puntito de crack que en momentos cruciales enseñaba siempre el delantero colombiano. Fuera de casa, donde los elegidos enmudecen gradas, se le está notando demasiado al Sevilla.

Emery. Algo de culpa tiene también Emery, claro. Poco que reprocharle a la alineación, con la salvedad de Krohn-Dehli. Esta vez jugaron Banega y Konoplyanka, los buenos, los que le dan al Sevilla (y le dieron por momentos) ese plus de equipo que puede ganar a casi cualquiera. Pero también, otra vez, esos cambios que como se le ha recriminado alguna vez al vasco, "parece que vienen escritos desde casa". Mariano por Coke, ya como etiqueta de denominación. Y N'Zonzi, no se sabe tampoco para qué, por el medio danés.

Sergio Rico. Y eso que, bien plantado, el equipo de Emery manejó la situación con una soltura que por momentos se pareció a la de Manchester. Con seriedad atrás y con sensación de peligro arriba. Empezando por Sergio Rico, sobrio en la larga distancia y por arriba, y que nada pudo hacer en los cuatro goles. Demasiado dubitativo Kolodziejczak, que no acaba de convencer y obligará a Monchi posiblemente a la incorporación de otro central tras la lesión de Andreolli.

Falta ángel. Y todo, salpicado a cada momento por la suerte, la dichosa suerte que esta temporada parece haberle dado la espalda al Sevilla. Ni en el rebote, ni en los palos, ni tampoco con los árbitros que ven balones fuera (en el gol anulado a Gameiro) donde antes los veían dentro.