El baloncesto retrocede 15 años

El cisma del baloncesto es un hecho. La FIBA sigue adelante con su Champions, y la Euroliga, con su competición del mismo nombre. Las consecuencias pueden ser tremendas. No hay que llegar al caso extremo de que los clubes de la Euroliga sean expulsados de sus ligas nacionales. El solo hecho de la ruptura no va a traer nada bueno, precisamente porque ya existen precedentes. El baloncesto va a retroceder 15 años. A los tiempos en los que los clubes crearon una competición al margen de la FIBA. Escucharon cantos de sirena, creyeron hacerse ricos y bajo el amparo de Telefónica crearon una competición llamada a ser una auténtica liga europea: la Euroliga. A los tres años, las deudas superaban los 15 millones de euros.

La situación de ahora recuerda mucho a la de entonces. Millones por aquí, millones por allá, supuestos contratos con IMG, grupos de inversión haciendo cola... ¿Y cuando dentro de unos años las audiencias en televisión sigan siendo minoritarias, qué? Todo el mundo saldrá corriendo, y vuelta a empezar. Porque, como hace 15 años, prima el negocio sobre el deporte, y el baloncesto así no funciona. El baloncesto ha apostado por un espectáculo light, de equipos fijos y partidos intrascendentes, que aleja a los aficionados. Ya es difícil, porque aquí ya está todo inventado. Cuando la Champions de fútbol se juega en fases muy cortas, a las que los equipos sólo acceden mediante méritos deportivos, será por algo.