El Real Madrid más manso de la historia

¡Domesticados! Uno de los jugadores más importantes del Barcelona ha confesado estos días en privado que el partido de hace una semana en el Bernabéu ha sido el más fácil que ha jugado contra el Real Madrid en su carrera. No se lo creían. Los azulgrana se miraban unos a otros sorprendidos de la parsimonia de los madridistas, desordenados, inoperantes y, lo que es peor, desbravados. La mansedumbre mostrada por los jugadores de Benítez tiene que ver, por una parte, con la inseguridad y las dudas que les transmitió el entrenador. ¿A qué salió a jugar? ¿Pero lo suyo no era el control y la disciplina? Se suponía que Benítez iba a evolucionar tácticamente al equipo porque para poner a la BBC por decreto ya estaba Ancelotti. ¿Alguien voló sobre el nido de Rafa? El otro problema que tuvo el Madrid, una vez más, fue la ausencia de liderazgo en el campo. Ante las dificultades, el equipo se paraliza y no hay nadie que reparta un par de bofetadas para sacar a los compañeros del estado de shock. Pasó en el Calderón, en el Pizjuán, con el Barça, en Ucrania… demasiadas veces. La desconfianza en el entrenador crece y la situación es preocupante por mucho que se quiera disfrazar denunciando malandrinas campañas mediáticas. ¡Mire usted, Florentino, que no son gigantes, sino periodistas!

El Barça es un parque de atracciones. Reforzado por el paseo en Chamartín, el estado anímico del equipo azulgrana es de entusiasmo y camaradería, parece que están de excursión. A la seguridad adquirida por los resultados en ausencia de Messi se añade la vuelta de éste más risueño y generoso que nunca. Da la sensación de que los jugadores salen a disfrutar de los partidos, sabedores de que más tarde o más temprano aparecerá una ruleta, un tiovivo o una montaña rusa a la que subirse. Con Iniesta (Oh capitán, mi capitán) intentando que nadie se confunda y vista la armonía que reina en el tridente, la velocidad de crucero de este equipo asusta. Va todo tan bien que hasta Luis Enrique ha concedido una entrevista en la que además intenta ser simpático. ¡Alabado sea Dios!

El Cholismo rocoso. En vista de que, exceptuando a Griezmann, los delanteros del Atleti no la meten, el equipo de Simeone ha reforzado su credo en la defensa. El loable intento de ser más dominador y llegador se está viendo frustrado por la sequía de Jackson y Torres, y ha obligado a reforzar el catecismo defensivo del grupo. Hacerle un gol al Atleti cuesta un riñón y parte del otro porque todos defienden, porque Godín ya es leyenda y porque de nuevo cuenta con uno de los mejores porteros del campeonato, Jan Oblak. Con solo veintidós años, transmite una seguridad tremenda, manda por arriba, es ágil, tiene reflejos… “Obli, Oblack, la pasta que en el Atleti vas a dejar…”