Ha llegado la hora de que Rafa Benítez haga lo que realmente debe hacer y deje de ser políticamente correcto. Los experimentos y las pleitesías le están dejando en mal lugar. El cenit errático fue el Clásico y la lección la aprendió en Lviv: Casemiro es fundamental y Bale es un zurdo que toda su vida ha brillado por la izquierda. Se le fichó por 101 millones precisamente porque deslumbraba en el carril izquierdo. ¿Entonces, por qué alterar su virtud natural? Ancelotti se lo llevó a la derecha y lo pasó fatal; Benítez le tiene de mediapunta y se pierde en el bosque. Ante el Shakhtar, el galés habló en el campo: ‘Soy un sprinter de banda izquierda’.

Bale no levanta la cabeza con el balón. Se va de la posición, no selecciona la mejor jugada asociada, no puede ser cerebro en el eje de las operaciones ofensivas. El galés es un portento físico, un velocista, su zurda es un lujo, chuta, desborda, va al choque y la pone con temple en el área. No hay una sola razón para que juegue de enganche más que la de contentar al propio Bale porque se divierte en su enroque, y satisfacer al palco para justificar lo que costó. Benítez tiene un proyectil para la banda izquierda que debe utilizar en defensa propia. ¡Ya basta! No está el horno para equivocarse ante el Eibar.