Un ejemplo de ambición y constancia

El deporte femenino en España vive un siglo XXI de oro y el baloncesto ha sido uno de los grandes culpables. De las 11 medallas conquistadas por nuestras chicas en toda su historia, nueve han llegado en estos últimos 16 años: un oro, dos platas y seis bronces. Y todo ello sin contar los logros de las categorías inferiores. Casi nada. ¿Las culpables? Una generación involvidable, encabezada por Valdemoro, Palau, Fernández, Lyttle... y Anna Cruz, campeona de la WNBA con las Minnesota Lynx. Un anillo del que sólo ella y Valdemoro pueden presumir y que recompensa toda una vida de sacrificios dedicados al mundo de la canasta. Es un galardón que, por encima de todo, reivindica la importancia de las mujeres en el deporte. Una ecuación que en nuestro país es sinónimo de éxito.

Cruz (o Fido Dido como la llaman sus compañeras de Selección) es el ejemplo de lo que la ambición, la constancia y el esfuerzo permiten sobre una cancha (cinco medallas con España y dos Copas de la Reina). Su próximo reto serán, con casi total seguridad, los Juegos Olímpicos de Río, una experiencia que nunca ha vivido y en la que escribirá otra página más de una envidiable y aún (esperemos) larga carrera. Seguro.