El Madrid no está al fútbol, sino al palco

El partido del Carranza empezó con un luminoso pase cruzado de James a Cheryshev y un perfecto remate cruzado de este. Dos postergados que se reivindicaban con una jugada feliz, indefendible, aplaudida. La eliminatoria empezaba como era de esperar: plácidamente para el Madrid, incluso para el Cádiz, que disfrutaba de su taquillazo y de los cánticos del Carranza, de humor tan propio. En eso empezó a circular la noticia: Cheryshev no debía estar ahí. Cheryshev arrastraba un partido de sanción para la Copa, traído del Villarreal. En el Madrid nadie lo advirtió. Alineación indebida, pues.

¿Por qué pasa esto? En parte por mala suerte, en más parte por un despiste colectivo, que no tiene nada de extraño en un equipo que no tiene estructura técnica ninguna. Hay un presidente como un Rey Sol y entre él y el entrenador un largo vacío. Funge de Director de Fútbol Ramón Martínez, ya muy mayor y seriamente enfermo los últimos meses. Si hay un club al que le puede pasar esto (ayer mismo supimos que el Athletic no concentró a Raúl García, ex del Atlético, porque estaba en idéntico caso) es el Madrid. El Madrid no está al fútbol. Está al palco y al márketing.

Con todo, quizá intente salvarse. Hay un Artículo 112 que anula las tarjetas para dieciseisavos. Está redactado para los equipos que (como el Cádiz) entraron en la Copa antes, a fin de que no lleguen en desventaja ante los grandes, que entran ahora. Pero como pasa en tantas cosas en los reglamentos de la Federación, la redacción es lo bastante equívoca como para que el Madrid intente (en su derecho estaría) agarrarse a ello. En los comités de la Federación hemos visto tantas cosas que nunca se sabe. Pero el Madrid lo tiene muy, muy duro. Otra vez en lenguas. Un circo al que le crecen los enanos.