Mireia es fuera de categoría

El deporte español tiene una lucha constante con las mínimas. Mínimas para participar en los Europeos, mínimas para competir en los Mundiales, mínimas para ir a los Juegos Olímpicos... Se acaban convirtiendo en una obsesión. Tal es así que para los atletas y nadadores fundamentalmente, las mínimas son un objetivo por sí mismo. Mala cosa que sean un fin y no una consecuencia. Porque entonces, una vez lograda, será difícil volver a alcanzar ese 100% de forma que permitió alcanzar la dichosa mínima. Siempre hemos sentido envidia y admiración por esos grandes atletas y nadadores que no tenían problemas para clasificarse en las competiciones. A la menor oportunidad conseguían la mínima. Estaban fuera de categoría.

Pues aquí resulta que tenemos una nadadora fuera de categoría: Mireia Belmonte. Se tira el año lesionada, regresa a la competición y en cuantas pruebas participa nada por debajo de la mínima. Tener estos deportistas es un lujo. No compiten para participar; ni siquiera por el podio. Sólo tienen el oro como objetivo. Si les sale mal, tendrán asegurada la plata o el bronce. Es su mal menor. A estos deportistas hay que cuidarles, no escatimar medios en su preparación. No han surgido por generación espontánea, ni son portadores de genes de la alta aristocracia deportiva. La sangre de Mireia procede de Freila (Granada) y de Huelma (Jaén). Da cuanto tiene para ser la mejor. Pues también ha de tener lo mejor a su alcance. Lo devolverá en forma de medallas.