La España a la que se le olvidó perder

España iba a perder en el Eurobasket. Las bajas sonadas, la resaca amarga del Mundial, la presión de una plaza olímpica que se sentía esquiva yn camino hacia la final que pasaba por la Francia campeona y anfitriona, que esperaba en su Pierre Mauroy de monumentalidad cruel: casi 27.000 personas, récord del baloncesto europeo. Pero España ganó. Como en 2009 y 2011. Con una versión ciclópea de Pau Gasol y una fe competitiva que confirmó lo que hemos intuido durante la última década: los rivales continentales nos ven como antes nosotros veíamos a las antiguas Yugoslavia y Unión Soviética: mejores. Cuando todo se empeñaba en recordarle cómo se perdía, España eligió no darse por enterada. Y ganar. A los rivales y al propio miedo.