Mourinho se encontró en un callejón sin salida

José Mourinho volvió a perder el vestuario y forzó sus cartas en el Chelsea para salir antes de que la situación se hiciera insostenible. En la pretemporada vio que el equipo no respondía y se le fue la mano con el asunto de la doctora Eva Carneiro, que abandonó el club. La derrota ante el Manchester City (3-0, con sustitución de Terry al descanso) tuvo un análisis de ciencia ficción: “Fuimos mejores”.

Cuando el equipo empezó a perder fuelle, con el empate ante el Newcastle en septiembre o la derrota ante el Stoke, la directiva creía que algo estaba pasando (¿falta de hambre?), pero que el objetivo de la Champions estaba vivo. Mourinho hablaba de árbitros, del calendario... Empezaron a aparecer historias de jugadores que conspiraban contra él y al perder en casa ante el Liverpool reunió a su cuerpo técnico en el círculo central porque ya no se fiaba de nadie. Y sólo dijo una frase después del partido: “No tengo nada que decir”.

La derrota ante el Bournemouth hace un par de semanas cambió el discurso del club, que entonces sí se planteó desprenderse de Mourinho. En la directiva, Mou contaba ya sólo con un incondicional, y no era el dueño. Pero tras la clasificación a la siguiente ronda de la Champions, se calculó que quedar entre los cuatro primeros era una quimera, así que para qué realizar el cambio.

Mourinho forzó la máquina tras perder ante el Leicester el lunes pasado: “Mi trabajo ha sido traicionado (por los jugadores)”. Las estrellas ya no estaban con el entrenador, cansados de que fuera él el que ganara y ellos los que perdieran. Y el club, que pretende renovar la plantilla, no podía consentir que se depreciara a sus futbolistas. Mourinho llegó a un callejón sin salida.