Almohadillas en vez de pañuelos

Fue en la víspera de la Nochevieja más amarga que yo recuerde. En el Bernabéu hacía un frío de pelarse y Osasuna se plantó en Madrid con un equipo de campanillas que se codeaba en los puestos europeos de la tabla. Pero nadie podía imaginar que el equipazo que venía de ganar cinco Ligas seguidas con la Quinta del Buitre (¿se imaginan lo que daría Florentino por haber alcanzado un logro semejante?) se fuese a pegar semejante batacazo. Nos bailaron del minuto uno al noventa. Urban hizo de Hugo Sánchez (se notó muchísimo la ausencia del azteca) y dejó en evidencia a un Madrid que ni siquiera había celebrado su última Liga, conquistada en Valladolid tras un aburrido empate a cero (acostumbrarse a ganar sin pasión es peligroso...).

La afición acabó de uñas y llenando el césped de almohadillas, que en aquella época evitaban que el trasero se quedase congelado. Fue el triste preludio al cataclismo europeo de pocos meses después ante el Spartak de Moscú (1-3). Pero que nadie se rasgue las vestiduras. Los del Barça, que tanto se ríen con este recuerdo, tapan que en la víspera de la Nochevieja del año anterior palmaron en el Camp Nou 3-4 ante el Sevilla de un glorioso Polster. En todas partes cuecen habas. Ya veremos quién ríe el último...