Juanma Trueba

Un cartel aséptico para anunciar un derbi trepidante

Lo que ven no es el cartel oficial del Espanyol-Barça. Lo que imaginan ya no existe: aquellos pósters de antaño, ilustrados con escorzos épicos, son ahora objetos de coleccionista o elementos decorativos en tiendas de moda. Lo que observan es el cartel que sirve de reclamo a los turistas que visitan Barcelona (nueve millones cada año), en busca del forastero que se apuntaría con idéntico entusiasmo a un concierto de sardanas.

La particularidad del anuncio no impide la irritación de los aficionados, en este caso de la Resistencia perica. Diría que hasta la incita, tal y como se pudo comprobar ayer. La pasión del hincha se ofende ante la visión de un cartel gélido, aséptico y ecuánime que escamotea una palabra esencial desde el punto de vista del organizador, del márketing y del seguidor perico: “Espanyol”. Los viejos carteles jamás hubieran cometido semejante error, al contrario; antes era costumbre rotular con una tipografía más generosa el nombre del equipo local, como primer paso para achicar las esperanzas del contrario.

El problema del fútbol es que está cambiando de propiedad. El dueño del Espanyol es un magnate chino que tiene entre sus planes de negocio “combinar fútbol y turismo”. El resultado es que las pasiones se difuminan y los horarios se achinan. El objetivo es atraer dinero, en forma de inversores o turistas. Una vez convocados, sólo deben encontrar el estadio (ahora RCDE, antes Power 8 y previamente Cornellà-El Prat), salvar el atasco en la rotonda de entrada y disfrutar del derbi. Gran partido, por cierto.