Benítez se va; Laso, sigue

El Madrid está en horas bajas. Tanto en el fútbol como en el baloncesto. Diríase que andan a la par. Ambos equipos sufren derrotas en sus respectivas Ligas ante rivales directos, en Europa se encuentran clasificados, y en la Copa, eso sí, hay una diferencia: en fútbol están eliminados por una alineación indebida, y en baloncesto aún está todo por jugar, aunque puestos a cometer errores administrativos, también los ha cometido el basket: la pasada temporada Laso sacó a Slaughter cuando no figuraba en el acta del partido frente al Valencia. El juez único calificó el error como “meramente formal previo”, y no hubo sanción. La cosa tampoco fue a más, porque en el baloncesto los escándalos apenas tienen trascendencia.

Tampoco la tienen las derrotas a estas alturas de la temporada. Mientras a Benítez se le ha echado del equipo de fútbol, a Laso no se le debate cuando acumula diez derrotas en el peor arranque del equipo de baloncesto en los últimos diez años. No es que ponga en duda su capacidad, sino que resalto que en el fútbol el entrenador camina cada jornada al borde del abismo, y en el baloncesto, entretanto, nunca pasa nada. Los sistemas de competición del baloncesto son una balsa de aceite para los equipos, y de eso se favorecen los técnicos, pese a que su responsabilidad es mayor que en el fútbol por las continuas rotaciones que hacen. ¿Quién gana? El baloncesto, desde luego, no. A cambio tenemos una competición light que le impide crecer.