“Con Zizou irá mucho mejor...”

Fue la frase que ayer martilleó mis blancos oídos y mi hiperactivo Whatsapp. El madridismo, en número considerable, ha visto con buenos ojos el esperado y cantado aterrizaje de Zidane en Valdebebas. Y también ha sido para ellos un alivio (ahí sí que hay una mayoría casi absoluta) el hecho de que el metódico y servil Benítez haya abandonado los mandos del Halcón Milenario del Bernabéu. Benítez no tuvo lo que hay que tener para hacer y decir lo que pensaba. Un hombre debe morir de pie y con sus ideas. Pero arrastrarse ante tu verdugo creyendo que así te ganarás su indulgencia, resulta inexplicable en alguien que es de la casa...

Pero lo importante es el presente. Y ese se escribe desde ayer con los versos futbolísticos de ese cisne con botas llamado Zidane. En el campo me conmovió. Su gol versallesco en Glasgow me puso en pie en las tribunas de Hampden Park. Ni siquiera lo grité. Sólo pude exclamar: “¡Oooooh!”. Ese maestro capaz de inmortalizar su figura hasta el fin de los días con ese remate divino, será nuestro nuevo Han Solo. Me gustó mucho su puesta en escena y sus primeros mensajes.

Habla de que es necesario tener una buena relación con la plantilla y estar cerca de ella. Quiere que los jugadores se lo pasen bien y jueguen al ataque. Desea transiciones rápidas al campo enemigo y buscar siempre la posesión del balón. Apostará por el fútbol que él practicaba y enamoraba al Bernabéu. Zizou es una luz entre tanta penumbra. Buen regalo de Reyes Magos.