La última bala de Florentino

Agotado. El presi apareció ajado y triste en la presentación de Zidane. En su rostro y en el tono de sus palabras se apreciaba el hastío que suponía salir a desmentirse a sí mismo, después de que hace unos días gritara a los cuatro vientos que Benítez era la solución y Zizou no era el sustituto. Parecía un acto de rendición, sin preguntas, para evitar ponerse en evidencia en alguna respuesta. Florentino sabía que estaba jugando su última carta, el AS reservado para el futuro ha tenido que ser jugado y expuesto a desmano, con el riesgo que supone quedarte sin escudo si las cosas marchan mal. Otra de las razones del disgusto presidencial es que, de nuevo, ha tenido que rendirse al capricho de los jugadores. Más allá de que Benítez no le ha llenado el ojo nunca, la principal razón del cese ha sido su mala relación con el vestuario, los desprecios y el ninguneo de muchos futbolistas, que han vuelto a demostrar su poder. Parte del vestuario provocó la salida de Mourinho contra la opinión del presi; Florentino fulminó a Ancelotti para disgusto del vestuario; ahora los chicos han vuelto a imponerse. Este duelo suicida demuestra la ausencia de un proyecto a largo plazo, sin una dirección deportiva adecuada y competente, que planifique una línea a seguir por el club y esté por encima de los antojos de las estrellas o el feeling del presi. Así que Zidane, y que sea lo que Dios quiera hasta final de temporada.

Bisturí. A pesar de que el nuevo entrenador ha dicho que apostará por la BBC arriba, es decir lo mismo de siempre, ya veremos cuánto dura, en el club se mira al vestuario con ganas de cambios. Empieza a planificarse una purga importante para junio y habrá gente de peso que diga adiós. La Premier, piensan, pagará bien por algunos de los estrellones, que dejarán hueco para gente con más hambre. Serían las últimas operaciones de Florentino, al que lo único que levantaría el ánimo de verdad sería quitarle al Barça a Neymar.

Ardor guerrero del Espanyol. No se puede justificar el juego sucio con la intensidad. Un equipo intenso es el que se anticipa o llega al balón, con pierna fuerte, al mismo tiempo que el rival. El que no deja pensar al contrario con su presión. Pero no es intenso el que llega tarde y termina haciendo entradas por detrás, feas y peligrosas, pegando agarrón tras agarrón, esperando que el árbitro se haga el orejas como González González, el principal culpable de todo este vergonzoso espectáculo. Además, lo de poner como ejemplo de esa marrullería al Atlético del Cholo sin atreverse a nombrarlo, además de falso, es un poco ruin.

Los chulos. Las lamentables bravatas de algunos jugadores del Barça, lo de Piqué ya es de caricatura, les retratan engreídos y vanidosos. ¡A ver si aprenden de Andrés Iniesta y no hacen más el ridículo! Unos y otros tienen unos días por delante para mostrarse arrepentidos y lanzar mensajes que rebajen la tensión. No esperemos a que pase algo grave para pedir disculpas.