Entre tambores y arañas que no pican

Son 1.950 kilómetros por Catamarca, cruzando de norte a sur la provincia en la que empieza a apretar el sol. Catamarca siente con orgullo ser escenario del raid. Mediada la tarde, con los pilotos llegando, sonaba música de aquí entonada entre los temas ‘Tambor catamarqueño’ y ‘Poncho catamarqueño’, con la voz cantante de Pascual Gutiérrez. Catamarqueño, creo... Este año, los locales no tienen a ningún piloto en el Dakar. Diego Demelchori estaba inscrito, pero a última hora no pudo importar la nueva Kawasaki. Se ve que no sólo pagar con tarjeta supone un quilombo aquí. “Espero tener un Dakar de lujo”, decía hace meses. Ahora ve la carrera desde fuera, el dorsal 74 cuelga del corcho de su habitación.

La carrera sigue, cuatro capítulos le quedan, y mientras en este vivac perseguimos pilotos (y sombras), se intensifican las tareas de prevención contra el dengue y la fiebre chikungunya, cuyo nombre es lo más africano que mantiene el Dakar. Hay que evitar los mosquitos y el agua estancada, propician la formación de larvas o criaderos. Sólo escribirlo me pica el cuerpo. Preocupan los mosquitos y las arañas. Gonçalves rompió la de su Honda y tuvo que llegar al final de etapa aguantándola con una mano. La araña es la torre de navegación de las motos. No pica, pero puede hacerte la puñeta.

Dicciodiario: Chatarra. Comida chatarra en este caso, que equivale a nuestra comida basura. Hamburguesa para comer en Salta, pizza en Belén. Me cuentan que en La Rioja calientan ya el kebab. Llegaré al periódico y no me reconocerá ni el de seguridad de la puerta.