Messi y el fútbol tóxico

Hablemos de la intensidad. Se dice de la tensión insoportable capaz de romper una caña de bambú. En términos menos poéticos es también la capacidad que tiene el hombre de romper los nervios del otro. Aplicadas esas definiciones al fútbol podría decirse que la intensidad corre el riesgo de ser lo que en un momento del partido de anoche suscribió la grada de Cornellà: “Pau, tu pie nos marca el camino”. Muy grave que una sola voz, siquiera, diga eso en un campo de juego. Porque hace alusión a algo que no vio el Comité de Competición pero que vio todo el mundo: Pau, a quien se refiere este maldito grafiti, depositó hace una semana con saña su pie sobre el pie de Messi, que días después habría de ser elegido mejor jugador del mundo precisamente por el buen uso futbolístico de ese pie.

Y la afición del Espanyol, aunque fuera uno solo de los aficionados del Espanyol, fue capaz de recurrir a una maliciosa imagen de años atrás cuando algunos de la grada del Madrid celebró de manera parecida lo que hizo Mourinho con el ojo de Tito Vilanova. El fútbol es un juego muy serio, y anoche, por fortuna, hubo algunos momentos en que esto fue así, pero esa sola pancarta tóxica tendría que acelerar, en las directivas de los clubes, del Espanyol y de cualquiera, una maniobra limpia de regeneración. Por fortuna, ese no fue el tenor del partido, bajaron los decibelios. Pero eso pasó, esa pancarta se hizo presente. No se merece el fútbol palabras sucias. Al fútbol, amigos, hay que lavarle la boca.