Sarri: de trabajar en un banco a ser líder de la Serie A

Cuando, hace un año, le preguntaron si le daba rabia pensar que Rudi García ganaba diez veces más que él, Maurizio Sarri contestó: “Para nada. Me pagan por hacer algo que hubiera hecho gratis, por la noche, después de trabajar. Tengo suerte”. El técnico del Nápoles es así, desprende pasión por el fútbol en cada palabra. Hasta 1999 compartía el banquillo con su trabajo en el banco Montepaschi, hasta que llegó la valiente decisión de rechazar su estabilidad económica por uno de los trabajos más precarios.

Abandonó el traje (literalmente, puesto que no contempla presentarse en un banquillo sin su chándal) y empezó su gira: once equipos entre Serie C y Serie B hasta alcanzar la Serie A con el Empoli, ya con 55 años. El fútbol de los toscani enamoró: presión muy alta, línea defensiva perfecta y triangulaciones rápidas arriba. La salvación llegó sin apuros y poco después las ofertas: en Italia juran que a Berlusconi le encantaba, pero lo descartó por su falta de elegancia y por ser... comunista. Luego llegó De Laurentiis, que intentó antes convencer a Emery. Para Sarri fue un sueño: su familia es toscana, pero él nació en Nápoles y siempre pensó “que se debe ser hincha del club de tu ciudad”.

Fue amor a primera vista, también con los jugadores. “La táctica es importante —dijo el míster— pero aprendí que debo cuidar al niño que hay en cada futbolista”. Así conquistó a las estrellas (“Me convenció para quedarme en cinco minutos”, aseguró Higuaín) y a todos sus tifosi. Ahora no pueden dejar de soñar viendo líder de Italia a su equipo gracias a Sarri.