Uvas en un horno llamado San Juan

Recordaba el campamento de San Juan como un enorme arenal, un horno en el que había que pensarse dos veces cada caminata. Ontiveros es el reclamo para el aficionado local. Como buen argentino, responde a un mote: El Puchi. Va tranquilo El Puchi, a más de 23 horas de Price. Pero sigue. Otro de aquí, Juan Gabriel Abarca, no puede decir lo mismo. Su pickup dijo basta. Falló un cilindro, luego otro, cambiaron el ordenador, los sensores, los inyectores... faltó darle un masaje cardíaco. La Toyota Hilux descansa.

Encuesta en el diario ‘Tiempo’; “¿Vas a ir a ver el Dakar?”. El 25% decía sin dudarlo “No, no me interesa”, el 75% elegía “Iría, pero no puedo”. ¿Pero qué hay mejor que ver el Dakar?. Un dato: más de 35 grados a la sombra. Y en la ruta, el calor extremo obligó a detener la carrera. Svitko se bajó de la moto y dijo: “Quiero agua... luego hablamos”. Price lo lleva con la lengua fuera, derretido. Sueña con su natal Zaskov (Eslovaquia), donde sus familiares tratan de entrar en calor. Están a seis bajo cero.

Dicciodiario: Chivar. Transpirar. Sudar como se sudaba ayer en San Juan. A las cuatro, una hora antes de los clarines, unas chicas nos trajeron unas uvas. Mojadas en agua. Las uvas, digo. Uvas y botellitas de agua, ese fue el kit para pasar la tarde.