Rosario recibió a las tropas ya sin fuerzas

Si a este Dakar le buscáramos una canción debería componerla Fito Páez, estamos en Rosario, no le queda más remedio. Acabamos en el Monumento a la Bandera, con las tropas ya sin fuerzas. Acribillados por mosquitos y arañas, también por quejas de los pilotos por un Dakar que no ha sido fiel a sí mismo. Si este Dakar necesitara un relato le tocaría escribirlo a Roberto Fontanarrosa, estamos en Rosario, lástima que el negro se nos fue. Contaría, con humor del bueno, que a un tipo de Buenos Aires no se le ocurrió otra cosa que cruzar el desierto en un coche eléctrico y que el tiro lo escupió el larguero. Pero a ACCIONA hay que reconocerle el mérito de querer adelantarse al futuro.

Si este Dakar necesitara un lazo final debería ponérselo Messi, estamos en Rosario, no todo va a ser ganar balones de oro. Santa Fe despide al Dakar. Fe es la que pidieron los organizadores ante una carrera reinventada tras la baja de última hora de Perú. Se hizo lo que se pudo, pero el bollo que salió del horno no terminó de gustar. A algunos, sin embargo, les supo a gloria, como a Villagra, el primer argentino en subir al podio en camiones. “Coyooote”, le gritaban. Y él, que se estrenaba tras una vida en los coches, saludaba desde la cabina. Nunca un coyote aprendió tan rápido a conducir un camión. Hasta llevarlo a la meta de Rosario. De aquí también era ‘El Che’ Guevara, pero no sé si están las cosas para mover mucho la coctelera.

Dicciodiario: Carozo. Hueso. Hasta ahí apuramos este Dakar 2016, que ya es historia. Peterhansel, Price, De Rooy y Marcos Patronelli son los capos de esta edición. Sólo queda decir adiós. Chau, dicciodiario.