Un Barça negro casi oscuro

La excelente película de Sánchez Arévalo alude al azul oscuro casi negro de los trajes. El traje del Barça ayer tarde en Málaga pasó del brillante rojo y amarillo de Munir, que marcó nada más despertarse el equipo de la siesta, al oscuro negrísimo que fue toda la primera parte. Luego se repuso, mantuvo sus lagunas, pero en la oscuridad de su recuperación dispuso de la luz de Messi, que celebró con su ilustre candelabro la falta total de iluminación que exhibió el equipo en todas sus líneas. Se salvaron Bravo y Messi, aquel porque impidió que el Barça se quedara en el merecido empate del Málaga, y éste porque marcó un gol de chilena que debe poner en su vitrina.

El Málaga fue superior en la primera parte, claramente; cuando Munir se levantó de la siesta, el color del sueño se convirtió en aspecto de la pesadilla, que siguió casi hasta el final, cuando el Barça recuperó pulsos voluntariosos que le dieron la dignidad futbolística que desapareció en el interregno. Desde el 1-2 viví la incertidumbre del resultado con la rabia de un culé (como Jordi Martí, que lo dijo en Carrusel): que este equipo que tanto ritmo exhibe se pase el último rato deseando que pasen los minutos abre interrogantes. Una es: ¿es porque no estaba Neymar? Estaba Messi. A él se le debe el bálsamo. Messi es mucho hasta dormido. Menos mal.