6-0 y Arla de portero

Era el último gol, pero la imagen de lo que fue el Espanyol en el Bernabéu: Óscar Duarte marcando en propia meta a Arlauskis. Los dos debutantes pericos escenificaban el colmo de la desgracia de un equipo anoche desahuciado. Mermado por las bajas, sí, pero también carente de concentración, de coraje, ante un Madrid que se paseó. A Galca, que llegó hace mes y medio, se le agota el crédito. En la previa, había apelado a la fe, eufemismo de quien lo da todo por perdido antes de empezar.

Y la fe puede mover montañas, pero no ganar partidos. No es que el plan B no funcionase, sino que no existió. No se percibió ningún mecanismo en la primera mitad para mitigar el peso de las bajas y sí cambios defensivos tras el descanso para ¿aguantar el 4-0? Escribía Machado de las dos Españas, y en el Espanyol sucede algo similar pero sin verso: uno es el de Chen, que durante la semana ilusiona, y otro el de Galca, que disipa esos sueños. Y el descenso está a dos puntos.