El fútbol sala toma el relevo

A finales de la pasada década presumíamos de ser una potencia en los deportes de equipo. La Selección de balonmano se había proclamado campeona mundial en 2005; la de baloncesto, en 2006; la de fútbol, en 2010. Es justo reconocer que la marea de títulos en esa década prodigiosa quien la abrió fue el fútbol sala, campeón del Mundo en el año 2000 tras ganar a Brasil en la final por 4-3. Una semana después, por cierto, ganábamos por primera vez la Davis, un auténtico mundial de tenis. Todos estos grandes títulos se unían a los conseguidos anteriormente por el waterpolo, el hockey sobre patines y el femenino sobre hierba. Pues ahora que el balonmano ha vuelto a subir al podio, el fútbol sala toma de nuevo el relevo.

Se trata del Europeo, y ahí nuestra Selección manda. Por tener más títulos que nadie (seis por dos de Italia y uno de Rusia), y por ser el único equipo que ha subido al podio en todas las ediciones. El mérito es enorme, porque la Selección lleva veinte años manteniendo su altísimo nivel a través de varias generaciones de jugadores. El fútbol sala es un deporte que rápidamente enganchó en España a nivel de practicantes. Virtuosos con el balón como Paulo Roberto o sabios de la pizarra como Javier Lozano acabaron atrapando también a los aficionados con un espectáculo que, además, nos daba títulos. Tras los Europeos de waterpolo y balonmano, llega el de fútbol sala. Para darnos una alegría. Como en el año 2000.