Igual que llevan ocho años acaparando el Balón de Oro, Cristiano Ronaldo y Messi han dejado pocas oportunidades en los últimos ocho para la Bota de Oro. En ese tiempo sólo se les han colado dos uruguayos, Forlán y Luis Suárez, éste a medias con Cristiano. El resto han sido cuatro para éste y tres para Messi. Pero este año tienen más contendientes: sigue ahí Luis Suárez aparece Higuaín, que de repente ha encontrado la puntería, sigue Lewandowski, emerge Benzema, súbitamente aficionado al gol, Bale ha añadido a sus cañonazos una habilidad cabeceadora muy notable. Y Neymar es irrefrenable.

Me gusta. En parte es porque las dos fieras están aminorando algo el ritmo. Messi va retrasado respecto a los demás, pero hay que achacarlo a su larga baja. Últimamente no hay semana que falle. Cristiano ha perdido regularidad, se ha convertido en un goleador compulsivo, algo así como una boa de grandes atracones y periodos de abstinencia, mantiene un gran promedio, pero ya no descuella sobre todos los demás como hasta hace poco. Entre que ellos han bajado algo, la recuperación de Luis Suárez de su ritmo de antes de la suspensión y la forma en que emergen otros, todo se ha igualado.

Me gusta este panorama diverso, como confirma que al gol se puede llegar de muchas maneras. La dualidad entre la carrera y el cañonazo de Cristiano frente a la aparición súbita, con regates o sin ellos, de Messi en el área, se diversifica ahora. Tenemos la percusión de Luis Suárez e Higuaín, la fantasía inimitable de Neymar, los movimientos de alta escuela de Benzema, el modelo completo de Lewandowski, la rara combinación zurdazo o cabeceo implacable de Bale. Todo junto constituye una panoplia interesante, que resume todas las maneras de llegar al gol. Cristiano y Messi ya no están solos.