Mucho más sistema que jugadores

Luis Enrique había advertido en la previa del partido que el encuentro de ayer ante el Valencia era “difícil de preparar” más allá del resultado porque había de buscar motivaciones extraordinarias para los suyos. Obviamente, el 7-0 de la ida suponía un pasaporte para la final se juegue donde se juegue, pero lo que pretendía el técnico del Barcelona era que el partido en ese Mestalla medio vacío sirviera para algo. Y tras el partido se puede concluir que el asturiano hizo los deberes, pero que sus jugadores no acompañaron. Por parte del Barcelona hubo mucho más sistema que jugadores. Para que nadie se durmiera, Luis Enrique revolucionó el sistema de juego desde la pizarra, situando una defensa de tres centrales con dos carrileros largos, con Vermaelen jugando de medio centro en la salida de pelota, regalando una oportunidad de oro a Samper y situando a Rakitic como falso delantero con libertad total. En principio, todos los ingredientes necesarios para que saliera un equipo atento y que demostrara que pueden tener una oportunidad. Pero la apuesta del entrenador se topó con la cruda realidad de los jugadores.

Muy pocos de los que ayer se examinaban en Mestalla aprobaron. Los centrales menos habituales demostraron por qué Piqué es imprescindible, a Samper le falta mucho todavía, Adriano es un drama con brazalete y una delantera sin tridente es un páramo.