Los futbolistas tienden a tener mal carácter

Hasta los futbolistas mejor preparados para la broma (Gerard Piqué, por ejemplo) tienden a estar malencarados, como si estuvieran en el fin del mundo cuando están, en realidad, en el mejor de los mundos.

Todas las mañanas abro la página web del AS, nada más despertar. Ayer vi a Arbeloa enfadado con Piqué, a Piqué enfadado con los que no le siguen sus bromas y a Dani Alves explicando que él no es el mismo diablo, sino que es una buena persona. Otros días vemos de uñas a Messi, o a Cristiano, o al entrenador del Real Madrid cuando era Benítez (Zidane tiende a la distensión simpática) o al entrenador del Barcelona, que considera que estar serio es una norma de la casa.

Uf, y esto cansa. El fútbol es un deporte divertido, entretenidísimo; si lo ves por televisión resulta barato, y si lo practicas no te cuesta nada. Es, por otra parte, una escuela de vida en la que prosperan los buenos y los malos, porque no hace falta ser un gran futbolista para disfrutar con el juego. Es, además, un deporte en el que puedes mirar jugando, no hace falta estar siempre detrás de la pelota, así que si tienes el privilegio (como declaraba Valdano) de tener cerca a un Johann Cruyff o a un Maradona, casi sólo tienes que verlos para aprender a JUGAR.

Las rencillas entre Arbeloa y Piqué, por ejemplo, provienen de desencuentros secretos, en el vestuario, en la época en que ambos jugaban en Inglaterra, un clima que enfada mucho. Arbeloa ha dicho que no va a revelar qué pasó porque eso enfadaría a Piqué y mosquearía a medio mundo. Eso es peor que revelarlo, porque ya se sabe que lo que no se puede decir, lo que se oculta, se parece a lo básico del erotismo: uno se imagina lo peor (o lo mejor), aunque nunca sepa a ciencia cierta qué está buscando.

Este enfado entre ambos cracks del fútbol es similar al que se produce en otros sectores de la vida, la literatura incluida. En la literatura, donde se supone que hay tanta elegancia, los autores tienden a despreciarse mutuamente y a desearse lo peor (en las ventas, por ejemplo) aunque se saluden afectuosamente en las fiestas. Ahora sale a la calle una novela del holandés Herman Koch (admirador de Cruyff y de Rijkaard) en la que dos autores famosos se agreden mutuamente por asuntos que son igual de claros y a la vez misteriosos que lo que debe distanciar a Piqué de Arbeloa y viceversa. La novela se llama ‘Estimado señor M.’, ha sido publicada por Salamandra y yo no me la perdería por nada del mundo.

En la literatura se hacen ficciones extraordinarias, a veces repletas de la intención de hacer pasar un buen rato a la gente; en el fútbol el propósito es similar: se juega para divertir y para entretener. No tiene sentido que los escritores estén siempre con el ceño fruncido y tampoco es de recibo que los futbolistas anden siempre de morros. Diviértanse para divertir, o terminarán aburriéndose más que los entrenadores o los directivos cejijuntos.