Zidane y la cultura del esfuerzo

Tendría que haber todos los días una rueda de prensa de Zidane porque es de lo poquito normal que pasa en el día a día del club. Entre líos extradeportivos, declaraciones impropias de algún directivo (leáse Fernández de Blas) y el pobre rendimiento de los futbolistas sobre el césped, la aparición del francés delante de los micrófonos con el escudo del club en el pecho es ahora mismo de lo más potable que puede transmitir este Madrid. Zizou tiene una misión por delante casi imposible: conseguir que jugadores que lo han ganado casi todo se motiven ante partidos intrascendentes. El único acicate para la plantilla, Champions al margen, es evitar que el público del Bernabéu ponga el estadio boca abajo si no detecta la entrega y el mínimo entusiasmo exigible.

El Sevilla viene cansado y con bajas, pero equipos con menos recursos ya le han sacado los colores esta temporada a los blancos. El entrenador francés sabe que en estos dos meses se juega gran parte de sus posibilidades de seguir la próxima campaña siendo el entrenador y no quiere desaprovechar la oportunidad. Para eso sólo existe una receta: el esfuerzo máximo no es negociable.