De aquel gran Cruyff como jugador...

Fue una pésima sorpresa: Cruyff ha muerto con 68 años. La noticia de su enfermedad era conocida, pero no se esperaba un desenlace tan rápido, no me atrevo a decir que brusco, eso lo sabrán quienes controlaban su enfermedad. Aunque deja mucho para el fútbol, como jugador primero (uno de los grandes), y como entrenador después (otro de los grandes, quizá el único en ser grande en las dos tareas), su edad permitía esperar de él más lecciones. No ha podido ser. Ahora que se va recuerdo algunas charlas con él, pero sobre todo aquel spot: “El fútbol me dio la vida, el tabaco casi me la quita”.

La primera vez que se supo en España de él fue cuando nuestra Selección se enfrentó a un equipo llamado Ajax, que entonces sólo sonaba a tambor de jabón para lavadoras. Fue en Santiago, en vísperas del Mundial 66. España era campeona de la Eurocopa. El baño que nos dio aquel equipo holandés destruyó nuestra seguridad y lo acusamos en el Mundial. Entonces nadie sabía lo que se estaba incubando en Holanda, en torno a ese equipo y a ese muchacho. A los pocos meses jugaron en Copa de Europa frente al Madrid ye-yé, que salvó la eliminatoria con gol-milagro de Veloso en la prórroga.

En el eje de todo eso estaba Cruyff, un adolescente imberbe al que obedecía el balón y que tenía, sobre todo, el don de la adivinación. El don de todo gran jugador. Se anticipaba a la reacción del rival, en un raro bucle temporal. Cuando el defensa reaccionaba, él se había esfumado. Ganaba a todos por un cuarto de segundo. Así hizo crecer en torno a su figura al fútbol holandés. Ganó tres Copas de Europa para el Ajax y fichó por el Barcelona por un millón de dólares, cien millones de pesetas. En su primera visita al Bernabéu, el nuevo Barça de Cruyff ganó por 0-5. Volvió a ganar la Liga, tras catorce años... (continúa)